Por Teri Potter
Nuestro grupo focal de padres, coaches y colegas terapeutas se reúne una vez al mes para dialogar sobre cómo podemos aplicar Compassionate Inquiry en nuestras sesiones con niños y adolescentes. Durante nuestras reuniones repasamos los módulos de CI y exploramos las posibilidades de cada cualidad, habilidad e hito, viendo cómo estos se relacionan al trabajo que hacemos con ellos.
Recientemente nos reunimos y conversamos sobre los gatillos, el dolor y la vergüenza. Este tema nos ha inspirado a trabajar en nuestras habilidades de sintonización y conexión con las generaciones más jóvenes. Sentimos mucha gratificación de poder compartir herramientas para romper los patrones de la vergüenza que se desarrollan a temprana edad y así liberar a los jóvenes de estas ataduras. Una forma de hacerlo es reconociendo que la reconexión con nuestros sentimientos es más importante que la “historia” (percepción o interpretación) de una situación. Mientras nosotros, los adultos, hemos acumulado décadas de condicionamiento que tenemos que romper, los niños y adolescentes están recién empezando y mucho más cerca a su naturaleza esencial, lo que les permite regresar más rápido a la confianza en su sabiduría innata.
También hablamos sobre la importancia de liberarnos de nuestras propias preocupaciones, interpretaciones o proyecciones cuando estamos en el rol de terapeutas y coaches trabajando con jóvenes. Reconocemos que, si una persona joven expresa ira, ansiedad extrema e incluso ideación suicida, y percibe un juicio de nuestra parte, aun si es un juicio inconsciente, esas partes delicadas que están emergiendo se pueden retraer en la vergüenza, y pueden volver a surgir más tarde, pero en un contenedor menos seguro. Sabemos que los niños y adolescentes pueden descubrir automáticamente cualquier artificio, así que cuando hay un cambio de energía porque nosotros, como confidentes, nos sentimos incómodos, es necesario reconocer lo que sucede en el momento.
En esa línea, discutimos que es esencial crear un ambiente que habilite una conversación en la que TODAS las partes sean bienvenidas. Es así como ellos podrán reconocer la parte más ruidosa que está presente porque quiere sentirse mejor.
Acordamos que la aceptación y la sintonización incondicional —sin agenda— es un requerimiento básico para que puedan experimentar la aceptación y para que exista la posibilidad de tener una expresión e integración auténticas. Por ende, si entramos con la intención de “arreglar” a nuestros clientes, podemos generar el efecto contrario a lo que estamos tratando de lograr. El trabajo que hacemos con jóvenes depende en gran parte de esto: al darles espacio para abrirse y descargar un poco del dolor y la angustia que ya cargan, construimos una base de comprensión experiencial sobre el poder de una comunicación abierta con otras personas.
Fue claro para todos los que participamos en la discusión que nuestra tarea es “sembrar semillas”, enfocándonos en los resultados a largo plazo versus el corto plazo. Es más difícil para un niño o adolescente analizar y diseccionar una situación (como lo haría un adulto), así que la prioridad está en nuestro entusiasmo y curiosidad por ellos, reflejando de vuelta sus palabras, ideas y creencias sin embellecerlas y limpias de nuestras propias proyecciones. Todo esto para generar una vibración de confianza y aceptación dentro de la dinámica, y así invitarles a que se abran con nosotros y se vuelvan a conectar consigo mismos.
Recientemente, también hemos considerado las implicaciones de utilizar CI para influenciar las habilidades de comunicación saludable en las generaciones más jóvenes y el impacto que esto podría tener en los sistemas familiares, en los ambientes educacionales y en el mundo en general. Al ver al mundo luchar con tantas perspectivas diversas, se hace más evidente la importancia de desarrollar la empatía y tener conversaciones compasivas. Este es un momento de contemplación sobre nuestro rol individual y colectivo en nutrir nuestras relaciones y promover la sanación, algo que va más allá de las divisiones geográficas y culturales. Esto aplica especialmente a las personas más vulnerables de nuestra sociedad: los niños y niñas.
Podemos ver claramente cómo Compassionate Inquiry puede ser la primera oportunidad para que un niño se vuelva a conectar de manera segura con su ser verdadero, para que pueda cambiar su punto de referencia y entender que es valioso y merece ser visto y escuchado. Como resultado de su capacidad de ayudar a jóvenes y niños a reconectar con su sabiduría y su verdad, CI es una gran oportunidad para que la próxima generación reevalúe esos paradigmas tradicionales de la crianza, educación y cultura que fomentan la separación y el aislamiento en la sociedad. Es un privilegio poder sembrar estas semillas juntos.