Por Laura Latina, líder del Grupo focal perinatal

Janine Parvati Baker fue una pionera en el campo de la partería. Sus palabras: “Sanar el parto es sanar la tierra”,  se han quedado conmigo a lo largo de mi camino como partera, dejando una marca indeleble en mi carrera y en mi vida. Sin embargo, hasta que no inicié mi camino con Compassionate Inquiry (CI) no había entendido la profundidad de su significado. 

Como partera itinerante desde el 2008, me he comprometido a entender lo que es realmente el parto, más allá de las enseñanzas convencionales. Mis experiencias acompañando a mujeres de diversas culturas alrededor del mundo me han revelado que el parto es un rito de iniciación sagrado, que merece respeto y protección y no debería ser una experiencia temida, manipulada ni controlada. 

En el 2021, integré CI a mi profesión, lo cual reveló cualidades importantes a incorporar en mi acompañamiento a futuras madres y padres. Como terapeutas, parteras y trabajadoras de parto, nuestro rol es acompañar a las mujeres y a sus familias en su viaje, y prevenir que exista trauma durante el parto al cultivar seguridad y confianza. El parto no es solo un evento médico: es un catalizador, una iniciación que le da forma a nuestras vidas para siempre. ¿Cómo podemos guiar a las familias hacia una visión del parto de amor y apoyo, donde los padres están totalmente presentes, donde maternar y paternar se convierten en un viaje de gozo y disfrute? Esa siempre ha sido mi pregunta. 

CI nos brinda herramientas invaluables. Empieza con la habilidad fundamental de cultivar la presencia, enseñándonos a enfocarnos en nuestro interior y brindarnos tiempo para ir más despacio, lo cual, a su vez, fomenta una conexión más profunda con nuestros clientes. Nos proporciona la oportunidad de sentir nuestros cuerpos –un ejercicio que posiblemente muchos padres, madres y profesionales de la salud nunca han podido hacer– y nos alienta a tener diálogos significativos sobre la seguridad, el estrés y nuestro estado emocional. 

Como parteras profesionales, a menudo estamos apuradas, bajo presión o preocupadas por cumplir con procesos burocráticos en lugar de cuidar las experiencias de nuestras clientas. CI nos ofrece una forma muy distinta de acercarnos a la experiencia terapéutica, lo cual ha sido transformador para mí y mis clientas. Puedo decir con confianza que nunca he recibido este tipo de enseñanza en las instituciones médicas, como sí en CI. Ahora llenamos el espacio terapéutico con nuestra presencia y compasión, permitiendo que las mujeres embarazadas y quienes estén presentes puedan ser recibidos como lo que son: creadores de vida. Esto genera espacio para que podamos realmente celebrar y apreciar la belleza de la vida. 

Esta pausa es crucial porque nos da la oportunidad de sintonizar con las clientas. Nos brinda tiempo para entender sus necesidades y crea espacio para que ellas también puedan conectar consigo mismas y con su bebé. Como parteras, asumimos nuestro rol como espejos, reflejando el potencial dentro de cada mujer y cada hombre. Es común que los padres tengan dudas sobre sus capacidades —que cuestionen su habilidad para dar a luz o dar de lactar, por dar unos ejemplos— pero con paciencia, compasión y amor, podemos reflejar de vuelta el potencial que siempre ha estado ahí para ayudarles a recordar su fortaleza. 

El parto es una memoria 

Lo que experimentamos en el vientre de nuestra madre, desde el parto hasta los primeros años de la niñez, se queda como una memoria en nuestro cuerpo e informa nuestra visión del mundo. La forma en que un bebé y sus padres experimentan el embarazo, el parto y el posparto importa. Una experiencia enriquecedora del embarazo y del parto, donde se libera oxitocina y endorfinas, contribuye a que la primera exposición y experiencia del bebé sea de amor, y permite que esta se registre en sus células y su memoria. Un parto traumático y violento suprime el coctel de amor de oxitocina y libera hormonas de estrés que impactan en el desarrollo cerebral del bebé y, consecuentemente, en su salud (Veronique Mead, Experiencias adversas en la infancia). Sin ánimos de gatillar vergüenza o culpa en los padres, cuando ignoramos esta información perdemos la oportunidad de reconocer el valor de cultivar amor y compasión en nuestro camino y en el de nuestros hijos. También existe una oportunidad para que los profesionales de la salud puedan guiar a los padres no a través del miedo, sino a través de la presencia, dignidad, honestidad y compasión. 

Alrededor del mundo se han realizado estudios sobre las experiencias negativas del parto y las estadísticas del trauma generado durante esta experiencia: un 35 % de las mujeres entrevistadas reportaron que su parto fue una experiencia traumática (Simkin, 2018), lo cual probablemente es una subestimación de las cifras reales. Existen distintos factores que contribuyen al trauma durante el parto: la reactivación de nuestra propia memoria y trauma, la creencia de que el parto es peligroso y debe ser controlado por profesionales de la salud  (“los salvadores”), así como mujeres que perciben que han sido obligadas, agredidas y violadas; que sus experiencias han estado fuera de su control, que han sido robadas de su dignidad, y que han sido forzadas a atravesar intervenciones innecesarias (Reed, 2017). 

En respuesta a lo que sucede en el mundo, junto con los miembros del Grupo focal perinatal de CI, estamos desarrollando un programa de formación perinatal integral. Esta iniciativa busca profundizar en el tiempo y espacio que dedicamos a cultivar las cualidades esenciales que hemos identificado a través de CI para, finalmente, redefinir la esencia del trabajo de una partera —estar con las mujeres—. Nuestro Grupo focal perinatal es un espacio compartido para diseminar el conocimiento y recordar la esencia del trabajo de parto. Aunque el conocimiento está en nosotros, el acto de recordar es crucial. Creer en nuestra habilidad de facilitar esta experiencia profunda es el primer paso para revolucionar la narrativa del parto. 

CI ha transformado mi relación con este trabajo, me ha permitido estar ahí para mis clientas de una manera muy distinta —caracterizada por la presencia, la sintonía y la compasión—. Para Compassionate Inquiry no somos solo trabajadoras de parto: somos custodias de un viaje sagrado, guiamos a las familias hacia la belleza de su autenticidad. 

Laura Latina

Partera, consultora de lactancia  
Practicante certificada de Compassionate Inquiry 
https://www.lauralatina.com/
https://www.instagram.com/lauralatinamidwife/

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Laura Latina

Soy Laura Latina, partera desde 2008. He apoyado a más de 2000 mujeres en 4 continentes diferentes. Soy una partera que te escucha, te entiende y te apoya. También soy asesora de lactancia certificada IBCLC® y Practicante de Compassionate Inquiry®. Descubre más sobre mi experiencia en los últimos 15 años como comadrona.