Hoy siento el llamado a escribir sobre la autocompasión después de una sesión con una clienta que expresó tener ansiedad en torno a su salud. Nuestro trabajo juntas ha involucrado revisitar su trauma: primero identificamos las emociones y luego las ubicamos en el cuerpo.
¿Qué podemos hacer para que nuestros clientes acepten sus sentimientos?
CI ofrece varias herramientas para abrir la conversación y desenredar una parte de la vida del cliente en la cual se siente “atascado”. Hoy, mi clienta empezó a relacionar elementos de su experiencia conmigo y yo le reflejé de vuelta lo que escuché. Le pedí que considerara dar pasos pequeños a medida que avanza y le invité a compartir lo que está surgiendo en ella a medida que damos cada paso: “Mucha ansiedad,” me dice. Mi pregunta para ella fue: ¿Cómo podemos hacer que eso esté bien? ¿Cómo sonaría ese diálogo interno?
Este es un territorio desconocido para ella. Le pregunto si está abierta a recibir una sugerencia. Cuando me dice que sí, le sugiero que podría sonar algo así:
“A medida que sintonizo con mi cuerpo, noto tensión en mi abdomen y en el pecho. Está bien sentir esto ahora. Estas sensaciones son información útil para mí.”
Noto que a medida que digo esto, ella se empieza a relajar en su asiento y, en lugar de evitar hacer contacto visual, como siempre, me mira directo a los ojos y dice: “Sí, puedo intentar hacer eso”.
Si tu cliente tiene ansiedad en torno a dar pasos pequeños, aquí incluyo otra sugerencia para cultivar un diálogo interno autocompasivo:
“Está bien sentir ansiedad; es una respuesta natural a enfrentar algo nuevo o difícil. ¿Qué le diría a un amigo que se siente así?
¿Cómo me puedo ofrecer la misma comprensión y apoyo? Quizás se trata de reconocer la ansiedad sin juicio y recordarme que es parte del proceso. ¿Qué acciones pequeñas puedo realizar para cuidarme frente a estos sentimientos?”
Alentar a tu cliente a explorar y cultivar un diálogo interno compasivo le puede ayudar a procesar la ansiedad que surge en el proceso y a forjar el camino para trabajar con el material más profundo que surge en las sesiones.
Poner la salud y el bienestar primero
Mi propio camino hacia la autocompasión y la autenticidad empezó deconstruyendo patrones donde la inautenticidad era el premio, y donde expresar mis deseos y necesidades no era bienvenido.
Mi formación en Compassionate Inquiry ha sido crucial para ayudarme a explorar estas partes estancadas y a darles una voz. Al brindarme compasión, aprendí a calmar estos aspectos estáticos. Empecé a reconocer cómo se siente un sistema nervioso regulado, lo cual eventualmente me permitió transicionar de un patrón de autoabandono frecuente a un estado mental en el que priorizo mi salud y bienestar.
Mi proceso se alinea con el camino que mi clienta está atravesando —entender las sensaciones, crear espacio para las emociones y afirmar que está bien aceptar el presente como es—. Ahora, el siguiente paso es preguntarme a mí misma: “¿Qué necesito en este momento?”. Ya sea una siesta, un vaso de agua, tiempo para leer un buen libro, hacer yoga o hablar con un amigo: priorizar estas necesidades se ha convertido en una práctica fundamental de mi rutina de autocuidado.
Además, podría decir que estos comportamientos ahora se manifiestan como actos de respecto hacia mí misma. La pregunta que siempre surge es: “¿Puedo ofrecerme a mí misma el mismo nivel de amabilidad y consideración que le ofrezco a otras personas?” ¿Por qué? Porque alinear mi diálogo interno y las interacciones que tengo conmigo misma, con ese mismo nivel de respeto, es la clave para cultivar una relación positiva y armoniosa conmigo misma. Esto también sostiene una congruencia con mi trabajo y mi vida personal, donde encarno plenamente lo que aliento a que hagan mis clientes.
En conclusión, las necesidades de nuestros clientes y las nuestras cambian de un momento a otro. El autocuidado y la autocompasión no pueden convertirse en una simple rutina, deben ser una respuesta activa a las demandas de nuestras vidas. Debemos estar presentes para nosotros mismos de la misma forma en que lo estamos para nuestros clientes, manteniendo la curiosidad viva y relevante. Puede ser retador abrazar nuestras respuestas naturales y aprender a hablar con nosotros mismos compasivamente y sin juicio, pero la recompensa del proceso es adquirir una herramienta para toda la vida.